Tsu’ts sɨng, la fiesta de los muertos en Soteapan
Sayda Chiñas Córdova
Coatzacoalcos, Ver.- Los muertos del pueblo Nuntajɨɨyi empiezan a llegar al medio día del 01 de noviembre, se guían por el repicar de la Campana de la iglesia, donde ya las espera la Virgen de Las Ánimas, una advocación única, que da inicio con la temporada de mayordomías del municipio de Soteapan.
Tsu’ts sɨng, es la fiesta de los muertos, en la tradición indígena de los Nuntajɨɨyi y está encabezada por un mayordomo que durante todo el año ahorra y trabaja para organizar una fiesta comunitaria, donde se comparte la comida que se ofrenda a las ánimas y a la Virgen. La población le dona cerdos, gallinas, arroz, maíz, sal, azúcar, café, plásticos y refrescos para los dos días que durará la fiesta.
En la cosmovisión de los indígenas de Soteapan, la figura de los ancianos es fundamental y hay una organización dentro de la iglesia que va eligiendo a los mayordomos de cada una de las fiestas patronales, que inicia con la festividad de la Virgen de las ánimas y acaba con la celebración de la Virgen del Carmen, en el mes de julio. En la tradición cristiana, las dos vírgenes son la misma advocación, pero en esta zona indígena está disociada.

Desde muy temprano, el mayordomo y los hombres mayores empiezan arreglando el espacio donde se van a colocar las velas y las flores que van a adornar el nicho donde estará la Virgen, usan materiales que ellos mismos tienen en sus casas y milpas, troncos de la mata de plátano y hojas blancas, una especie de helecho con la que envuelven sus tamales.
La cruz de Cempasuchil se coloca al frente de la mesa donde se van a poner las velas, luego el mayordomo baja de su nicho a la Virgen de las ánimas y la coloca atrás para ser venerada durante las próximas horas.

El mayordomo invita a los que ayudan en el rito a su casa para recoger las velas labradas de manera previa, todo un proceso artesanal que comparten con los pueblos nahuas de la misma sierra de Santa Marta, en décadas pasadas se usaban pabilos hechos de algodón, fabricados por ellos mismos, pero este cultivo se perdió en esta región.
En el pueblo Nuntajɨɨyi los hombres encabezan las procesiones y los rezos, se hacen acompañar de sus tambores tradicionales, mientras las mujeres, sean o no familiares del mayordomo, son las encargadas de preparar la comida para la comunidad, en cocinas tradicionales con fogones a ras de tierra.

Tras el desayuno, los varones vuelven a la iglesia para colocar las velas y una persona sahúma la Campana antes de tocarla, al medio día, para llamar a los muertos a que regresen al pueblo, a su hogar, con su gente. Los rezanderos realizan una especie de procesión desde la iglesia hasta el panteón para elevar plegarias a las ánimas, les muestran el camino.
Desde esa hora, en todas las casas se preparan los alimentos que van a llevar al panteón, en la tarde y noche del día primero.

Los Nuntajɨɨyi llevan a sus difuntos flores de cempasuchil, la comida que prepararon con sus tortillas de maíz criollo y otros productos de su milpa, como caña, naranja y plátanos. Todo envuelto en hoja blanca. De bebidas llevan refresco, café o las nuevas generaciones algún tipo de alcohol o cerveza.
Las tumbas fueron limpiadas de manera previa, los abuelos son los que colocan las bebidas y la comida junto con pequeñas velas, ahí están un rato nombrando a sus muertos, después los ayudantes del mayordomo van levantando la comida y la llevan a la iglesia para colocarla en hojas blancas.

Durante toda la noche se acompaña a la Virgen y a las animas, la iglesia no se cierra, la gente que no puede ir al panteón lleva su comida y ahí la hace presente, nombrando a su familiar muerto, además coloca su vela.
La comunidad va al fandango para la cena que prepararon en casa del mayordomo y la fiesta se extiende hasta muy entrada la madrugada. Los jaraneros amenizan la festividad con sus sones tradicionales.

Las familias de Soteapan regresan el 02 de noviembre, muy temprano para dejar una nueva ofrenda, sus tamales típicos de masa colada y maíz, de nuevo los ayudantes del mayordomo las levantan y las colocan debajo del nicho de la virgen, los rezanderos ahora inician sus plegarias desde el panteón hasta la iglesia, para recoger los pasos de las ánimas.
A las 10 de la mañana nuevamente se sahúma la campana y se toca nuevamente para indicarle a los muertos que es momento de regresar a su descanso eterno; también se sahúma los alimentos que se recogieron del panteón y ahí se empieza a repartir todas las ofrendas entre la propia comunidad.

Después de esto, el mayordomo entrega los objetos tradicionales que resguarda de la virgen a un nuevo mayordomo, quien ya también anunció entre sus vecinos y amigos este acontecimiento y desde el primero de noviembre recibe apoyo, principalmente gallinas y maíz para hacer la fiesta de la entrega de la estafeta.
El pueblo Nuntajɨɨyi tiene muy arraigada la fiesta de los muertos, aunque la iglesia católica y otras comunidades que se han asentado en la zona han tratado de influir, se mantiene la tradición indígena, con sus propias costumbres, encabezadas por el concejo de ancianos.
Las Mayordomías rigen parte de su calendario de festividades donde se fomenta la participación de la comunidad, sin embargo, son los propios ancianos quienes advierten que ya es muy difícil lograr que las familias acepten seguir con las tradiciones, por la situación económica y la migración de muchas de ellas hacia estados donde requieren Jornaleros.

El pueblo Nuntajɨɨyi o popoluca está en un proceso de recuperación de sus tradiciones, empezando por su lengua materna, como una forma de enfrentar la atomización de su comunidad por la salida de sus jóvenes a los estados del norte del país, pues regresan con otro tipo de costumbres, más americanizadas.
Una buena parte de su población ya ha vivido en Sinaloa o en Chihuahua, han estado en campos agrícolas o en maquiladoras, intentando sobrevivir a la crisis económica que vienen arrastrando desde hace décadas.
Con las mayordomías buscan cohesionar a su sociedad y hacer que las nuevas generaciones entiendan y sigan con sus costumbres, por eso son los abuelos, los que las guían.